lunes, 25 de septiembre de 2017

La ladrona de vestidos de Natalie Meg Evans


Alix acaba de llegar al París de los años 30 y tiene lo que hay que tener: talento para la moda, empeño y ambición. «Un día, las damas envueltas en pieles de zorro vendrán a mi tienda y me suplicarán que les permita comprar mis diseños», se dice mientras despierta miradas de admiración al bajar por la Rue du Louvre, pero la realidad se impone: el mundo de la alta costura tiene sus leyes y para triunfar a veces no basta con tener un buen par de tijeras en las manos.
Los timadores de poca monta pronto se dan cuenta de la habilidad de Alix para copiar patrones y estampados, y la joven a punto está de caer en el tráfico de la falsificación de prendas, defraudando a los diseñadores que más admira.



Los pocos datos que se conocen sobre Natalie Meg Evans los proporciona su página web: http://nataliemegevans.com/. Dado que es ella misma quien se autobiografía, no tiene a bien desvelarnos su fecha de nacimiento, informándonos únicamente de que nació en la antigua Rodesia del Sur (hoy, Zimbabue) y que creció en Inglaterra, donde actualmente vive. La buena de Natalie podría decirnos qué casualidad la llevó a nacer en un lugar tan alejado de su madre patria pero en vez de eso, nos procura datos tan sumamente relevantes como que era tal su pasión por la historia que, a los seis años, le regalaron un castillo artúrico con caballeros de plástico, y que actualmente está aprendiendo a tocar la guitarra. Antes de dedicarse por entero a la literatura, estudió arte y se dedicó a oficios tan provechosos como relaciones públicas, actriz y barman.


Fotogramas de la serie de TV The Collection (2.016)

"La ladrona de vestidos" es el tercer libro de la autora, y hasta la fecha, el más exitoso de todos, a lo que ha contribuido el periodo y lugar histórico elegido para el desarrollo de su novela, París a finales de los 30, con Hitler y la Guerra Civil española haciendo también una aparición estelar. 




La protagonista es Alix, una joven humilde, sofisticada e inteligente pero muy ingenua (todo al mismo tiempo, sin que la autora crea que esas cualidades puedan entrar en contradicción). Además, también es muy enamoradiza así que, cuando su amigo Paul, huérfano y con dos hermanitas muy desgraciadas, le propone el negocio de robar los diseños de la colección de un famoso diseñador parisino antes de que salgan a la venta, no tiene otro remedio que aceptar la ilegal propuesta.

A partir de ahí, Alix se introducirá en la glamourosa industria de la moda de la alta costura, en la que además de costurera, tendrá tiempo para ejercer de modelo y memorizar y copiar los diseños del famoso Javier: modisto, judío y vasco (creo que ya es imposible ser más cosas). Otros hombres importantes en la agotadora vida de Alix, serán el comprometido periodista inglés Verrian, corresponsal por vocación en la Guerra Civil Española (aún cuando es rico e hijo del dueño del periódico en el que trabaja), el superficial y violento Serge, que regenta un club de Jazz nocturno, y el maduro Conde de Charembourg, el caballeroso protector de Alix.


Como creo que se deduce, "La ladrona de vestidos" ha pasado por mi vida sin pena ni gloria, pues al hecho de que es imposible que una novela pueda estar más plagada de historias y lugares comunes, se suma la falta de profundidad de todos sus personajes, incluida su protagonista, tan inverosimil como su propia personalidad. Cierto que Natalie Meg Evans escribe con corrección, pero eso es todo lo que puede ofrecernos. No hay emoción ni pasión alguna en su prosa, y su relato de la Guerra Civil Española y de los años previos a la Segunda Guerra Mundial es también manido e insustancial.

En definitiva, toda una pérdida de tiempo que otros libros que esperan en mi estantería jamás me perdonarán.