domingo, 10 de febrero de 2013

El lenguaje de las flores de Vanessa Diffenbaugh


  
 Victoria tiene 18 años y, al cumplir la mayoría de edad, tiene que abandonar el piso tutelado en el que reside. Victoria, que busca obsesivamente la soledad, se siente, por primera vez en su vida, libre. Sin embargo, sabe que debe encontrar un trabajo y un lugar donde vivir. 

Gracias al amor por las flores que le inculcó Elizabeth, una de sus madres de acogida, Victoria logra trabajar en una floristería en la que pronto se gana el cariño de Renata, su propietaria. Este trabajo, además, hará que se reencuentre con Grant, un tímido vendedor de flores, al que conoció en su etapa de convivencia con Elizabeth.




Fotograma de "La Flor del Mal" (2002)

 "El lenguaje de las flores" es una sensible novela acerca del miedo a sentir y a expresar cualquier forma de amor.  Victoria sólo es capaz de ello a través de las flores, cuyo lenguaje aprendió con Elizabeth, la persona que marcaría para siempre su carácter y con la que creyó haber encontrado su hogar.



    
En la historia de Victoria se entrelazan pasado y presente, para que, poco a poco, vayamos comprendiendo a su protagonista y las razones de su miedo a sentir y amar. Ello sirve igualmente a la autora para denunciar el sistema de adopción existente en EEUU donde los niños, que permanecen años esperando, si no logran encajar en ningún hogar salen a la calle sin ningún tipo de ayuda, condenando a la mayoría a la miseria y al fracaso.


Victoria es una de esas chicas abandonadas por los adultos, cuya complicada y contradictoria personalidad hace que, en ocasiones, resulte difícil identificarse con ella, aún cuando puedas llegar a comprender su sufrimiento y su sentido de la culpabilidad.




 Vanessa Diffenbaugh  ha creado una estimable novela que, si bien no llega a ser una obra redonda, nos convence de que, aunque la vida pueda resultar a veces un camino de espinas, siempre habrá personas que, como la campanilla de invierno, te ofrezcan consuelo y esperanza, y gracias a ellas y a su fuerza interior, el ser humano podrá superarse y volver a empezar de nuevo, como la flor favorita de la autora, el tulipán, única flor que crece tras ser cortada.